Sé que llevo meses sin publicar ningún post y que el abandono absoluto en el que he dejado el blog no tiene nombre… pero aquí estoy de nuevo! Dispuesta a escribir y comentar muchos más viajes y rincones del mundo que me encantaría enseñaros 🙂
Tengo que contaros muchísimas cosas… viajes pasados y pendientes por narrar, el blogtrip por la Axarquía al que fui invitada allá por mayo…Y, por su puesto, mis vacaciones del pasado verano por Eslovenia! Así que no hay más que hablar… me pongo manos a la obra!
Para comenzar, y porque estos días estoy un poco nostálgica, he decidido hablaros del que fue mi último viaje como reportera de Andaluces por el Mundo: Rabat.
Hace justo un año, por estas fechas, nos comunicaban al equipo del programa que éste llegaba, tras cinco años de emisión, a su fin. Nadie se puede hacer una idea de lo triste que fue para nosotros el decir adiós a Andaluces por el Mundo. Y nunca encontraré las palabras para poder describir lo feliz que fui durante los años que trabajé en él.
Algún día de estos escribiré un post dedicado al completo a mi paso por el programa. Os contaré los destinos a los que me tocó viajar, los que más me gustaron y los que menos. Los rincones que más me sorprendieron y los que me defraudaron… pero hoy el post se lo dedicaré por entero a Rabat!!
Rabat para mí significó un destino bastante curioso. Aunque antes de ir había escuchado por todas partes que ésta, por ser la capital del país (y, por tanto, el centro administrativo, político y financiero de Marruecos) era un horror de ciudad, mis primeros paseos por el centro de Rabat me demostraron algo muy diferente.
Vale, no es Fez (a decir verdad es la única otra gran ciudad que conozco de Marruecos, el resto de lugares en los que he estado son pueblos como Meknes, Asilah o Chaouen), pero a su manera tenía también cierto encanto.
Quizás aquel que quiera conocer Rabat tendrá tiempo más que suficiente si le dedica, here a lo sumo, un par de días. Los barrios están muy bien delimitados y con un mapa en la mano es fácil organizarse y orientarse. Os hago un resumen de lo que no os deberíais perder en cinco puntos imprescindibles…
1. LA TORRE QUE FUE CONSTRUIDA POR EXTRATERRESTRES…
Sin duda uno de los lugares más emblemáticos de todo Rabat es la Tour Hassan. Se encuentra en lo alto de una loma que forma parte de la ciudad, e incluso desde el río se obtienen unas vistas muy bonitas. Por la noche la iluminan y es precioso, la verdad.
En torno a la historia de esta torre existen numerosas teorías, algunas de ellas bastante curiosas, todo hay que decirlo… Pero la que parece más fiel a la realidad cuenta que allá por el siglo XII los almohades decidieron construir la mezquita más grande del mundo. Comenzaron el proyecto con la intención de que el minarete midiera nada menos que 60 metros. Sin embargo, cuando tan sólo llevaba 44, Yacoub el-Mansour (el califa almohade de aquella época) falleció y la construcción se paralizó.
Unos cuantos siglos más tarde un devastador terremoto destruyó lo que se había construido y la mezquita quedó con la apariencia que posee hoy día: lo que podría parecer un extenso bosque de columnas y pilares, o una construcción a medio terminar. Aún así algunas personas se afanan en defender que el monumento se construyó de un día para otro y que fue obra de unos extraterrestres que vinieron a nuestro planeta a visitarnos y nos quisieron obsequiar con esta maravilla… SIN COMENTARIOS.
Dicen que el arquitecto de la Torre Hassan fue el mismo que el de la Kutubia en Marrakech y que de la Giralda en Sevilla. Por eso mismo se cuenta que las tres torres son hermanas… qué bonito!
Junto a la Torre Hassan se encuentra el mausoleo de Muhammad V. Construido en elegante blanco mármol y con unos dibujos impresionantes tallados en él, recoge los restos del abuelo y del padre del actual rey de Marruecos. No es posible bajar hasta donde se encuentran las tumbas, sólo dejan asomarse a una tribuna desde la cual se aprecia algo… Es importante visitar el mausoleo correctamente vestido (es decir, con respeto según los musulmanes: sin enseñar nada más de lo necesario si eres mujer). Siempre se encuentra custodiado por la guardia real, vestida impecable frente a las puertas principales.
El día que estuvimos grabando en la torre y el mausoleo coincidió con ser viernes. El viernes es el día santo para los musulmanes. El rezo se convierte en algo obligatorio y comunitario. Más que cualquier otro día. Era impresionante ver cómo poco a poco iban llegando los fieles hasta la mezquita que se encuentra en el mismo patio que comparten mausoleo y torre, y se iban posicionando con sus alfombras para orar. Una estampa muy bonita que no pudimos quedarnos a ver porque teníamos que seguir grabando…
2. EL ZOCO MÁS TRANQUILO DE TODO MARRUECOS
La Medina de Rabat es otro lugar para perderse sin lugar a dudas. Realmente no tiene nada que destaque por bonito si se compara con los zocos de otras ciudades marroquíes. Pero una cosa sí que lo diferencia de entre todos los demás: la tranquilidad con la que el viajero puede pasear por sus callejuelas sin ser acosado a cada paso por los vendedores. Me pareció increíble, pero en ningún momento insistieron más de una vez en que le echara un vistazo a la mercancía que tenían en sus puestos!! Y, por supuesto, los precios son mejores que en otras ciudades más turísticas.
Como en toda buena medina, aquí se mezclan olores y productos de todo tipo: artesanía, especias, comida (tendréis la oportunidad de probar exquisitos pasteles típicos, muy parecidos a los pestiños de toda la vida- al fin y al cabo tenemos el mismo origen y muchas tradiciones comunes!-), animales, zapatos y hasta alfombras. Muy bien dividido por zonas, vigilad vuestros bolsillos porque querréis comprar de todo!
La zona donde se encuentra toda la artesanía y la ropa es conocida como Rue des Consuls. En ella vivieron los diplomáticos hasta 1912. Según se recorre se llega a una parte más abierta y amplia: allí era donde subastaban a los esclavos hace varios siglos, cuando los corsarios llegaban a la que hoy día es la ciudad dormitorio de Rabat: Salé.
3. LA KASBAH DES OUDAIAS
Este barrio es un rincón para disfrutarlo. Aunque en realidad está bastante abandonado (si le hicieran un poquito más de caso y lo cuidaran como es debido, probablemente sería mucho más atractivo), quizás, curiosamente, es esta una de las cosas que a la vez lo hacen especial. Hay que adentrarse en las murallas de la kasbah, la parte más antigua de Rabat, para poder pasear por sus calles. Lo que me vino a la cabeza nada más pisar una de ellas fue el recuerdo de mi visita hace años a Chaouen: el azul es el color predominante en las fachadas de las casas.
Todos son edificios bajitos. Muchas de las puertas tienen formas curiosas y trabajadas, como las rejas que adornan las ventanas. Casi no se ven turistas por esta zona, pero sí muchos niños rabatíes jugando en la calle con lo que pillan, como un balón de fútbol sin apenas aire en su interior. Sin embargo, viéndoles las caras, no parece que les haga falta ninguna otra cosa para disfrutar.
Es muy curioso, pero casi todos los edificios que se encuentran en esta zona de la ciudad fueron construidos por refugiados musulmanes que huyeron de España hace siglos.
En la zona del kasbah conocida como “la Plataforma del Semáforo” se puede disfrutar de unas vistas fabulosas del río Bou Regreg. Y justo aquí hay una fábrica de alfombras. Es posible visitarla para ver cómo varias mujeres tejen a mano, sin parar y con una pericia impresionante, alfombras de tamaños asombrosos.
Será muy típico si una de ellas te ata un par de gruesos hilos en la muñeca para desearte suerte. Antes de salir, por supuesto, querrán que les pagues algo por haberte dejado ver la fábrica. Funcionan de esta manera…
Y, por último y antes de continuar paseando por otras zonas de Rabat, no podéis dejar de tomar un típico té moruno con algunas pastas en el Café de Maure, en los Jardines Andaluces. Más típico (y rico), imposible!
4. CONOCER LA CIUDAD DESDE OTRA PERSPECTIVA
Si os acercáis hasta el muelle del río Bou Regreg, frente al nuevo y moderno puerto deportivo de la ciudad, encontraréis muchos pescadores arreglando sus redes y barcos. Los marroquíes, o al menos en la zona de Rabat y alrededores, acostumbran a pintarlos con colores vivos. La verdad es que les quedan muy bonitos.
Es fácil ponerse a charlar con algunos de ellos y negociar un paseo en barca por el río. De esta forma podréis ver, desde abajo, tanto las vistas de la Torre Hassan como del Kasbah des Oudaias.
En la parte más baja del kasbah, una zona escarpada de rocas que dan al mar, es fácil encontrarse con familias enteras haciendo sus pequeñas barbacoas y disfrutando del ambiente marinero. Muchos niños aprovechan esas mismas rocas para saltar desde alturas considerables y pegarse un chapuzón.
Por el paseo en barco nos cobraron algo muy simbólico. Creo recordar lo equivalente a unos cinco euros en total por una hora de paseo (y éramos tres personas).
5. LA CHELLAH: PUEDE QUE UNO DE LOS PUNTOS MÁS BELLOS DE RABAT…
…y yo sin conocerlo.
Pues sí, tengo que ser sincera. Me vine de Rabat sin conocer uno de los lugares más emblemáticos y que todo viajero apunta en su lista de “puntos clave” de la ciudad. ¿El motivo? Pues que fuimos hasta allí para grabar parte del reportaje de Andaluces por el Mundo, y al llegar nos dijeron que el permiso con el que contábamos de Turismo de Marruecos no valía y que para este lugar, precisamente, teníamos que haber pedido uno concreto al Ministerio de Cultura del país.
Después de discutir un buena rato, el resultado fue el de recoger nuestras cositas, meternos en el coche e irnos a improvisar rápidamente dónde grabar en otros puntos de la ciudad.
Mi cabreo con el sistema burocrático marroquí me hizo sentir que no tenía ni el más mínimo interés en conocer el sitio. Pero en realidad ahora, pensando en frío, creo que sería una tontería por vuestra parte si no os acercarais a visitarlo. Y digo acercaros porque no se encuentra en el centro de la ciudad precisamente. Tendréis que coger un taxi (tranquilos, los taxis en Rabat son baratísimos) que os lleve hasta la puerta de la Chellah.
Este punto turístico no es otra cosa que una necrópolis. Junto a ella, las ruinas de una ciudad romana. Sí señor, habéis leído bien. RO-MA-NAS, que reciben el nombre de Sala Colonia. Dicen que desde este punto se obtienen las mejores vistas de todo Rabat.
No voy a daros mil datos sobre este lugar porque no me gusta hablar de aquello que no conozco. Así que aprovecharé este punto tan poco productivo para deciros un par de lugares donde deberíais parar a comer en algún momento. Y estas sí que son visitas obligadas! Porque… qué es un viaje sin gastronomía? Y qué sería de Marruecos sin contar con sus riquísimos platos?
El primero es el restaurante Dar Naji, junto a Bab Al Had, al lado de la medina. Es el típico restaurante turístico decorado al más puro estilo marroquí. Podréis pedir lo que queráis: todo está riquísimo! Y al final, por su puesto, os tomaréis un estupendo té a la menta.
El otro lugar que no os podéis perder está en el puerto deportivo de Rabat, conocido como la Marina. Se trata de un restaurante sin nombre, pero que reconoceréis a primera vista ya que está junto al muelle y es el único en ese lugar. El chef y manager del lugar es un andaluz, por supuesto! Pablo Gismera, de Algeciras (aunque ha vivido muchos años en Barbate), y que sabe sacarle el máximo partido y sabor a cualquier pescado que se le ponga por delante. Preparad bien los bolsillos porque está considerado el mejor restaurante de Marruecos (unos 60-70 euros por persona no os los quita nadie), pero no os arrepentiréis. Tenéis que daros el homenaje!!! Y probad, por supuesto, el atún a la brasa. Y las ostras!
NOTA:
Si queréis conocer la parte más moderna de la ciudad, os recomiendo pasear por el barrio de Adgal o por la Avenida de Mohamed V. Así podréis comprobar los contrastes que existen entre la zona antigua y la nueva. Al fin y al cabo Rabat es la capital de Marruecos y existen puntos, alejados de la zona más turística, donde parece que uno se encuentra en cualquier ciudad europea.
Muchas gracias. A ver si vienes por aqui de nuevo.
[…] Rabat: esa gran desconocida […]
Joder (con perdón) que fotos! Con lo complicado que resulta que se dejen fotografíar los marroquíes. Me gusta especialmente la del niño pescando.
Me vas a matar, pero tengo que reconocer que no te conocía. Desde hoy tienes un nuevo lector.
Y lo de la necrópolis pues si, es una pena. Motivo para volver una segunda vez (aunque espera un poco xq ahora mismo la torre está de reformas). Aunque -creo que sobra decirlo, pero bueno- si vuelves para ver la necrópolis antes documéntate sobre ella, porque hay espacios que si no le prestas atención ni sabes que están. De hecho, si te interesa, el martes-miércoles que viene publico un artículo sobre el lugar, con plano incluido.
Saludos!
Jajaja! Mil gracias, Rafa!
Me alegro muchísimo de que te hayan gustado las fotos. La verdad es que tienes razón, en Marruecos siempre son un poco reacios a dejarse fotografiar, pero todo es ponerse! jeje.
A Rabat volveré tarde o temprano, lo tengo claro. Me encantó y, como digo en el título, es la gran desconocida. Estaré pendiente a tu artículo.
Un saludo y vuelve por aquí siempre que quieras! 🙂
¡Wow! Nos viene genial esta información, en breve estaremos visitando varias ciudades de Marruecos y Rabat es una de ellas. ¡Gracias y saludos!
¡Qué buen artículo! ¡Me han entrado ganas de volver a Rabat, sobre todo viendo tus fotos y recordando la hospitalidad marroquí!
Un abrazo.
¡Muchas gracias, Cristina!
Me alegro muchísimo de que te haya gustado 🙂 La verdad es que Marruecos es un país al que jamás me canso de volver. ¡Me encanta!
¡Un beso y vuelve por aquí siempre que quieras!
Muchas gracias por toda la info!! Iremos en unas semanas y nos viene superficie bien. Coincido con Rafa, unas fotos buenísimas!
Buenas Cristina! Me ha encantado tu artículo y tus fotografías, la verdad es que yo que vivo en Marruecos desde el 2011, Rabat es una ciudad que me encanta. Uno de mis lugares preferidos es La Kasbah de los Oudayas, me encanta contemplar el mar desde alguno de sus rincones. Tengo que admitir que me queda pendiente ese paseo en barca por Rabat, que no sabía que podía hacerse, así que me lo anoto para la próxima escapada en familia. Un saludo