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Preparaos para un post simple y directo. De esos en los que lo práctico se sitúa por encima de lo literario. Quiero hablaros de Málaga, una ciudad con la que me he reconciliado hace unos años y a la que ahora, tengo que reconocer, adoro. Porque se ha renovado como pocas ciudades lo han conseguido, y porque ha sabido sacarle partido a las mil opciones que ofrece para disfrutarla. No puedo hacer otra cosa que hablaros de ella desde el cariño: mi adolescencia la pasé en un pueblo de su provincia y, años más tarde, trabajé durante unos meses en la capital. Quizás fue en ese momento cuando le brindé la oportunidad que se merecía. Y cuánto me alegro de ello.

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Pero hoy os invito a recorrerla basándonos en los lugares clásicos que no pueden faltar en vuestra primera vez a la ciudad. Los rincones más importantes a los que, sí o sí, tenéis que ir en vuestra visita. Y preparaos. Málaga la bella os está esperando.

Una mañana en el mercado

Perdonad que tire para lo mío, pero ya conocéis de sobra mi debilidad por los mercados. Por eso os invito a que comencéis vuestra ruta por la ciudad ahí precisamente. El mercado de las Atarazanas es una explosión de colores en la que todo huele y sabe bien. El desparpajo de los tenderos anima a caminar por sus puestos de verduras, pescados y carne con el ánimo en su punto más álgido. Hablad con ellos, animaos a degustar algún producto de la tierra y, sobre todo, disfrutad. Y sed conscientes de algo importante: este impresionante lugar ya existía en el siglo XIV, cuando era un astillero nazarí. Tras la conquista cristiana pasó a ser almacén, arsenal, hospital militar e incluso cuartel. ¿Qué os parece?

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Entre vinos y guardias

Y de un rincón histórico nos vamos a otro que también tiene lo suyo. En este caso a la Antigua Casa de Guardia, uno de los emblemas más populares de la ciudad. ¿Y qué es lo que hay que destacar de este lugar? Pues muy fácil: Pajarete, Moscatel, Seco Trasañejo… Sus vinos con Denominación de Origen de Málaga son el deleite de todo el que se anime a hacer una pequeña parada en la bodega con más solera de toda la ciudad –y la más antigua de la provincia, dicho sea de paso-. De hecho, en Málaga suele decirse: “Málaga tiene dos catedrales, una es la eclesiástica y la otra la del vino: la Antigua Casa de Guardia”.

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Solo una palabra: Picasso

Porque decir Málaga es decir Picasso y viceversa, no podréis dejar de visitar, si no todos, al menos algunos de los lugares míticos que guardan relación con el artista. Por ejemplo, su casa natal, situada en la Plaza de la Merced –y así ya conocéis una de las principales plazas de la ciudad- y que hoy día acoge la Fundación Pablo Ruiz Picasso. O, si no, quizás os apetezca tomaros una foto con la escultura a tamaño natural del pintor que reposa sentada en uno de los bancos de la misma plaza. Pero tendréis más oportunidades: por toda la ciudad existen repartidos numerosos rincones por los se desarrolló la niñez de Picasso. Otro lugar que no puede faltar en vuestra ruta es el Museo Picasso, un auténtico resumen de su obra expuesta en un lugar sin igual.

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La Manquita

Pobre manquita, a la que ya se le quedó el sobrenombre para toda la vida. De hecho, me da que aunque algún día se decidiera por alguna razón construir la parte que le falta, se le seguiría llamando así. Ay, perdón. ¿Qué aún no sabéis de qué hablo? Pues yo os lo digo: de la famosa catedral de Málaga, de estilos varios ya que en ella se unen desde líneas renacentistas hasta barrocas y góticas, y para cuya construcción se quedaron sin fondos justo cuando quedaba por levantar una de las torres de su fachada principal, de ahí su apodo. Según informa una placa en la misma base de la catedral, el dinero se destinó a la ayuda de EE.UU. durante su independencia. Su interior, por supuesto, merece una visita –el coro, de estilo barroco, es una auténtica obra de arte-.

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Un repaso a la historia

Si Granada tiene su Alhambra o Sevilla, su Giralda, Málaga tiene su Alcazaba. Esta fortificación palaciega construida en la época musulmana (exactamente en el siglo XI) es una auténtica maravilla. Sus muros se desparraman ladera abajo por el monte Gibralfaro hasta encontrarse, ya en su parte más baja, con otro punto monumental de la ciudad: el teatro Romano. Para subir a la Alcazaba una opción es hacerlo en ascensor –al que se accede desde la calle Guillén Sotelo-. Desde allá arriba se obtienen una vistas impresionantes de toda la ciudad.

Aunque hoy día no ocupa ni tan siquiera la mitad del tamaño de lo que fue en el pasado, la Alcazaba ofrece en toda su extensión un montón de rincones bellísimos. Patios y fuentes, jardines y estancias que te transportan, sin quererlo, diez siglos atrás.

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Señoras y señores…

Y aprovechando que hemos bajado poquito a poco por los jardines en cuesta de la Alcazaba, llegamos hasta el teatro romano. Y atentos, ¡porque hablamos de un teatro construido en el siglo I antes de Cristo! Fue mandado levantar por el mismísimo emperador Cesar Augusto y, aunque durante muchos siglos se mantuvo oculto y enterrado, en 1951 se redescubrió y restauró para poder disfrutar de él tal y como puede verse hoy día.

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Las mejores vistas de la ciudad

En algún momento de vuestra visita a Málaga intentad acercaros al Parador de Gibralfaro –y ya, de paso, visitáis también el antiguo castillo de origen fenicio, donde en verano se realizan conciertos-. Probablemente, desde la terraza del parador, obtengáis las mejores vistas de la ciudad que podéis encontrar. Si hace buen tiempo –algo bastante normal en Málaga- aprovechad, sentaos en una de las mesitas que hay en el exterior y pedid un café. Tendréis la excusa perfecta para deleitaros sin prisas con la ciudad de Málaga y el inmenso Mediterráneo a vuestros pies.

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Calle del Marqués

Es raro decidirse a conocer una ciudad sin pasar por sus calles más céntricas, y en Málaga, estas tienen nombre propio: Calle del Marqués de Larios. O, ¿por qué no decir la plaza de la Constitución, la calle Granada, el Pasaje de Chinitas, por ejemplo? Se trata de la zona más comercial, repleta de tiendas en las que se combinan los negocios locales con las grandes firmas internacionales, y además se trata de una zona peatonal, con lo cual el paseo se hace más relajadamente. Además, seguro que en alguna esquina encontraréis algo muy típico de la ciudad: a un vendedor de almendras, uno de los oficios más tradicionales que aún se mantienen hoy día.

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Una parada técnica

¡Nunca está de más saber dónde parar a tomar algo! Y si en esta ocasión os encontráis por el centro de Málaga, esta es la solución. Aunque admito que no voy a ser muy original porque os voy a proponer uno de los lugares más conocidos y míticos de toda Málaga: la bodega El Pimpi.

Mítica, como ya he dicho, hasta el punto de que lleva abierta desde 1971 en un caserón malagueño del siglo XVIII. En ella se puede disfrutar tanto de la gastronomía andaluza como de los vinos típicos de la tierra. Su fama es tal que por ella ha pasado lo más florido del mundo del arte, del flamenco y de la política. Y para atestiguarlo están los numerosos barriles y fotografías autografiadas que decoran cada una de las plantas de la bodega. Un clásico que no hay que perderse.

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Sardinas en la playa

Os lo aseguro: no hay lugar igual en toda Málaga. No podéis dejar la ciudad sin disfrutar y probar los espetos de sardinas que se sirven en los chiringuitos de El Palo, uno de los antiguos barrios de pescadores de la ciudad. Por favor, prometedme que lo haréis. Y no me valen excusas del estilo: “es que voy en invierno y no es época de chiringuitos”. En Málaga estos restaurantes están abiertos durante todo el año. Anda, ¿ahora qué?

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Pero no os preocupéis porque estoy segura de que cuando lleguéis hasta allí, os sentéis en una de esas mesitas en el paseo marítimo mientras os da el sol en la cara, curioseáis a los espeteros mientras preparan las sardinas en las barcas sobre la arena, disfrutáis de vuestra cervecita o tinto de verano y probáis los manjares que se sirven en este rincón, me escribiréis y me daréis las gracias. ¡Ya veréis!

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¿Cómo decís? Sí, ya sé que faltan otros muchos rincones importantes en la ciudad, pero quiero dejaros también opción a que participéis vosotros… ¿qué lugares incluiríais en este artículo? ¡Animaos y dejad un comentario!