Senegal es África en estado puro. Sin adornos ni complejos. Real.

Es la historia de un continente contada en primera persona. Con su melancolía por lo que pudo ser y no fue. Con el deber de aprender de lo que jamás tendría que haber ocurrido. Esclava de su pasado, resumido en el sonido de los grilletes arrastrados con lentitud. Con sus fuerzas y sus ganas para dejar todo aquello atrás y crecer en libertad.

Senegal es música y ritmo. Es esa capacidad de movimientos imposibles al compás de djembé. Es la esencia de una cultura por descubrir. Muestra de tolerancia. Ejemplo de convivencia. Mezcla de religiones contrarias pero unidas. 

El país de las carreteras infinitas. De paisajes desérticos. De sabana. De verde y marrón en sus bosques. De lluvias que parecen anunciar el fin del mundo pero que solo se pasan a saludar.

Senegal es tradición bien arraigada. Con ceremonias solo capaces de ser entendidas si se está dispuesto a hacerlo. De preguntas y respuestas mágicas. De creencias imposibles, de fe ciega. De búsqueda de la verdad de las cosas.

Senegal renace cada día gracias a la sonrisa de su gente. Gente entusiasta, que sabe convertir el país en un lugar especial. Un rinconcito del mundo en el que olvidar todo lo aprendido, pararse a escuchar y entender, un poco más, la esencia de la vida.

Barcas rosas en el Lago Rosa (que solo es de este color en ciertas épocas del año)

Mujeres del poblado Iwol, en País Bassari, bajan de su aldea cargadas con la colada sobre sus cabezas

Mujeres en el mercado de telas HLM, en Dakar, eligen cuál de ellas comprar para su próximo traje

Una mujer hace la colada en la calle en la ciudad de St. Louis

La isla de Gorée vista desde el ferry

Mujer del poblado Iwol, en País Bassari. Le hacía muchísima ilusión que le hiciera una foto con mi cámara.

Cayucos pintados de vivos colores en el embarcadero de St. Louis

Un niño pasea entre ropa tendida por la isla de Elou Baline, en Casamance

Varios corderos atados a la fachada de una casa. Pronto pasarán de ser la mascota de la familia a ser el almuerzo…

Cascada de Dindefelo, en País Bassari.

Mujeres lavan la ropa en el río mientras los niños juegan y las vacas cruzan a sus anchas. Escena cotidiana en País Bassari

En un mercado de corderos, en algún lugar entre País Bassari y Tambacounda, este señor me pidió que le hiciera una fotografía.

Foto espontánea en Bouyouye, una pequeña aldea diola de Casamance.

Los pescadores llegan a la orilla cargados con la captura del día en la playa de Mbour

Así es el “no atuendo” de la tribu que habita en Iwol, una pequeña aldea en País Bassari