Impasible. Así se muestra ella.

Mientras cientos de motos y vehículos pasan por su lado. Mientras el caos se hace dueño y señor de la ciudad. Mientras los cláxones suenan sin cesar por todas partes.

Se trata de Hanói, la capital de Vietnam, y aquí siempre es hora punta, sea el momento que sea. La clave está en no estresarse. En tomárselo con filosofía. Y así es como parece que lo lleva a cabo esta vendedora de globos, que apenas se inmuta con el panorama que la rodea. Ella confía: y eso es lo importante.

Llevaba más de una semana en el país cuando tomé esta fotografía. Prácticamente me había acostumbrado al ritmo frenético de la circulación. El tráfico es, sin duda alguna, la manera más fiel de tomarle el pulso a la ciudad.  Y sin embargo he de decir que realmente el momento de esta instantánea no era de los peores.

En Vietnam la ley del más grande, o del más fuerte, no es siempre la ganadora. Yo diría que el premio es para la paciencia. Es la única manera para manejarse y conseguir entender el ordenado caos que reina en este país. Se calcula que tan sólo en la ciudad de Hanói circulan aproximadamente 4 millones de motocicletas y estamos hablando de una urbe de 7 millones de personas. Lo mejor, para que todo se desarrolle lo más natural posible, es dejar que ellos sean los que controlen la situación. Lo aprendí a marchas forzadas sólo en unas horas cuando mi intención era, simple y llanamente, cruzar una calle. Aunque la tensión fuera continua la realidad era que finalmente, pasara lo que pasara y pareciera lo que pareciera, nunca ocurría nada. A pesar de que las motos se movían con rapidez por todas partes, en todos los sentidos y hacia todas las direcciones.

Y es que así es Hanói, la ciudad que no descansa. Un auténtico reflejo del resto de Vietnam.