Otoño.
Amarillo, naranja, rojo, marrón… Los colores se entremezclan de una manera casi imposible en cada uno de los árboles que vemos.
Una combinación perfecta que hace que me quede boquiabierta a cada tramo que avanzamos de viaje.
El paisaje me asombra y me embelesa. Me puedo pasar horas mirando por el enorme ventanal que me separa del frío que hace en el exterior. Es como ser espectadora de un documental de naturaleza. Lo mejor de todo, es que esta vez no tengo que soñar con el día en el que viaje a ese lugar y lo conozca por mí misma. Esta vez, soy la protagonista de este viaje.
Tras un buen rato me decido. Me coloco las capas necesarias de ropa, una encima de otra, y me animo a subir a cubierta. Hace frío, sí. Pero sentir el viento fresco que choca con mi cara (o con el pequeño trozo que he dejado al descubierto entre el gorro y la bufanda), me encanta. Me hace sentir bien. En pleno contacto con el mundo.
Llevo conmigo mi cámara, eterna compañera en este y en todos los viajes. Comienzo a disparar sin parar. El paisaje es bastante parecido al que ya vi ayer y del que tomé muchísimas fotos. Pero es tan impresionante que siento que tengo que hacer más y más. Como si de ello dependiera que el recuerdo no se borre jamás. Porque sería un delito olvidar este espectáculo.
Me encuentro a bordo del Trollfjord, uno de los barcos de la compañía Hurtigruten que hacen el recorrido de la costa de Noruega desde Bergen hasta Kirkenes, un pequeño pueblo en la frontera con Rusia. En total estos barcos tardan doce días en hacer el recorrido completo de sur a norte, o de norte a sur, según se elija. Pero todos los días hay un barco que sale en la misma dirección. Nosotros nos hemos subido en Trondheim, la tercera ciudad más grande de Noruega. Se trata de la octava de las 35 paradas que hace el barco hasta su destino final. Estoy segura de que lo mejor está por llegar.
Ahora, viendo de nuevo los colores del otoño reflejados en los fiordos, me vuelvo a acordar de la mañana que pasamos en Trondheim antes de embarcar. Parece que fue hace semanas y tan sólo han pasado unos días. Allí no me sorprendieron únicamente los colores de los árboles. También los de sus casas de madera, situadas junto a los canales, eran dignos de un cuento de hadas. Me encantaron. Como también me encantó su catedral, la de Nidaros, la más importante de toda Escandinavia. Me pareció la fachada de edificio religioso más bonita que he visto.
Decido volver al interior del barco. Las manos se me están helando y me apetece un poco de calor. Antes de entrar me llaman la atención las risas que vienen de la zona más alta en cubierta. Hay un grupo de jóvenes riendo y pasándolo bien dentro del jacuzzi. ¡Una gozada eso de estar inmerso en el agua caliente al aire libre con las temperaturas tan bajas que estamos sintiendo el resto!
Una vez dentro me dirijo hasta la octava planta. Allí puedo hacer uso del wifi gratuito mientras me tomo un chocolate caliente para volver a entrar en calor. Sigo disfrutando de las inmejorables vistas. Es increíble cómo de vez en cuando, entre fiordos, se divisan pequeñas casitas de colores. Quiénes vivirán en ellas y cuántas generaciones lo habrán hecho durante años y años. Cómo serán sus vidas en este recóndito lugar del planeta. Imagino que en ocasiones, la única relación con vida humana que tienen en todo el día es la visión de estos barcos, los de la compañía Hurtigruten, cuando a diario pasa por delante de sus casas.
Me pongo a pensar y me doy cuenta de lo duro que debió ser en el pasado, cuando las carreteras no se encontraban en las condiciones en las que están hoy día y la única manera de llegar hasta aquí era por mar. Sobre todo durante la época de invierno, cuando todo se nevaba y las conexiones eran aún más difíciles.
Es entonces cuando recuerdo la historia. Hurtigruten surge precisamente de este hecho. Hace 120 años que el “Expreso de la Costa”, como se le conoce normalmente, lleva realizando esta ruta. Comenzó como un reto. En 1891 el Gobierno noruego decidió ofrecer la concesión de un servicio marítimo regular hasta la costa norte de Noruega, pasando el Círculo Polar Ártico, a una empresa dedicada a ello. Sólo Hurtigruten aceptó esta propuesta y decidió probar suerte navegando por un mar del que apenas existía cartografía en la época y donde casi no había faros. Se convirtió en la portadora del correo postal, que hasta la fecha había tardado meses en llegar a su destino. Hoy día, sus barcos son un detalle más completamente incluidos en el paisaje noruego.
Mientras me tomo el chocolate caliente me pongo a repasar las fotografías que he ido realizando durante estos días en la pantalla de mi cámara. Me hace gracia una en concreto. La hice hace un par de días en Svolvær durante una pequeña parada de una hora en su puerto. Es lo que ocurre cuando se viaja con Hurtigruten. El barco hace su recorrido y nosotros lo aprovechamos. Algunas paradas son de 10 minutos. Otras, de varias horas. Es en estas ocasiones cuando tenemos la oportunidad de hacer excursiones y conocer un poco más del lugar. En Svolvær aprovechamos para ello, aunque ya era de noche. Y pudimos visitar su museo del Hielo. ¡Un lugar muy curioso!
Me encantan estas paradas. Los puertos concentran mucha de la vida que transcurre en estos pueblecitos. Algunos de tan sólo unas decenas de habitantes. Otros, con miles. En las paradas más cortas no me animo a bajar del barco, aunque sí que subo a cubierta. La constante entrada y salida de pasajeros y mercancía es todo un entretenimiento.
Me vienen a la mente algunos de los puertos en los que hemos ido parando. Ørnes, Bodø, Finnsnes… Tromsø. Quizás, ahora que lo pienso, esta ha sido la que más me ha gustado de todas. Con 60 mil ciudadanos Tromsø es la capital del “northern most”, como lo hemos bautizado entre bromas. Quizás por eso es tan curiosa. En ella se encuentra la catedral Ártica, un edificio singular que además se trata de la catedral más al norte de Europa. También la universidad más al norte, el jardín botánico más al norte, la iglesia católica más al norte, la fábrica de cerveza más al norte… ¡¡e incluso el Burger King más al norte!! Sus calles del centro son un hervidero de cafeterías y acogedoras tiendecitas en las que no tendría problema en pasar horas y horas.
De repente me descubro a mí misma mirando de nuevo por la ventana del barco, ensimismada. Es increíble el efecto que tiene este paisaje sobre mí. Las montañas y fiordos más cercanos tienen una pequeña capa blanca en su cima. Hace ya un par de días que la nieve está haciendo acto de presencia. Se nota que el invierno se acerca…
Sin apenas darme cuenta se ha ido haciendo de noche. Aún es temprano pero el sol acaba de ponerse y la oscuridad se va haciendo dueña en el exterior. Mi estómago ruge. Miro el reloj y veo que es la hora de la cena. Me alegro, una vez más podré disfrutar de la excelente cocina que se prepara en este barco. Así que mientras intento adivinar qué tocará comer esta noche, recojo mis cosas y comienzo a bajar hasta la quinta planta. Allí se encuentra el restaurante.
Cuando llego veo que está a rebosar de gente. Claro, tiene su sentido. La excursión que hemos hecho hoy hasta Cabo Norte nos ha hecho almorzar más temprano de la cuenta. Así que a estas horas… ¡tenemos hambre! Hice bien en llevarme unas galletas de canela para el camino. Pude comérmelas mientras íbamos en autobús por aquellas carreteras solitarias e invernales hacia el punto más septentrional de toda Europa… ¡No me puedo creer que haya estado allí! Por fin se ha hecho realidad uno de mis mayores sueños.
Tras la cena y después de un rato de charla con mis compañeros de viaje, me dirijo hasta mi cabina. Qué agustito se está aquí dentro. Me pongo el pijama y me meto en la cama pensando en lo que nos espera mañana. Llegaremos a Kirkenes, ya en la frontera con Rusia. Ese será nuestro destino final. Según me han comentado, se trata de un lugar muy especial, donde rusos y noruegos se mezclan haciendo del pueblo un lugar bastante curioso. He leído que se trata del destino perfecto para la pesca del cangrejo real. Estoy segura de que debe de ser un auténtico manjar.
Sin apenas darme cuenta, en algún momento, el suave balanceo del barco hace que me quede dormida. Entonces comienzo a soñar… Me imagino en una pequeña cabaña en un fiordo. Decenas de cangrejos me rodean. Alguien se encarga de cocinarlos en una gran olla de agua hirviendo. Disfruto de un homenaje gastronómico gigantesco. De esos que sé que tardaré en repetir en mi vida…
De repente suena el despertador. Abro los ojos y salto de mi cama. Me ducho y, mientras meto las últimas cosas en mi maleta, miro por ultima vez el paisaje a través de la ventana. Qué suerte haberme despertado con estas vistas durante la última semana. Qué pena más grande que esto se acabe…
Salgo de la cabina y me dirijo con mi maleta hacia recepción. Mientras bajo las escaleras del barco me cruzo con aquellos que comienzan hoy su viaje. Los miro fijamente, envidiándolos. La rueda sigue girando y el barco zarpará hacia Bergen en unas horas.
Avanzo poco a poco, alejándome cada vez más de él. Me paro un segundo. Echo la vista atrás y lo veo, imponente atracado en el puerto.
Hurtigruten, esto ha sido todo. Un placer enorme haberte conocido. Los de Lonely Planet tenían toda la razón: acabo de finalizar el viaje por mar más bello del mundo.
DATOS PRÁCTICOS:
Para poder acceder a toda la información que queráis sobre este viaje sólo tenéis que entrar en la web de la empresa Hurtigruten en España. Ahí encontraréis los datos necesarios para conocer precios, rutas posibles y excursiones.
Me encanto!! que sueño seria poder hacerlo.. soy d argentina y por ahora esta muy lejos de mi alcance.
Me encanta lo que haces.. como disfrutas de lo maravilloso que es viajar. Mucha gente lo comparte.. aunq por estos lados es poca, por eso estoy muy agradecida por poder tener una ventanita al exterior..
gracias!!
luciana
Gracias a ti, Luciana!!
Es un placer compartir a través del blog los viajes, y mucho más si al otro lado hay gente como tú que me lee!!
Un beso enorme y vuelve por aquí siempre que quieras. Serás bienvenida!! 🙂
Que bonito reportaje me han encantado las fotos tambien! En 15 minutos he podido viajar y disfrutar de un precioso viaje al “northen most”! Gracias!
De nada!!
Me alegro mucho de que te haya gustado el post de hoy! Noruega es un país preciosos y el viaje de la costa, impresionante.
Un beso!
Preciosas fotos y bonita experiencia. Hace años estuve por la zona que rodea Narvik, pero no pude disfrutar de lo maravillosos colores otoñales 🙁
Muchas gracias, María!!
La verdad es que el país entero es una maravilla, y estoy segura de que es así en todas las épocas del año. Ahora tendremos que volver en otras estaciones para poder comparar… qué te parece??
Un beso y vuelve por el blog siempre que quieras! 🙂
Increibles los paisajes de esta parte de Noruega. Yo tengo unas ganas locas de volver! Desde luego la ruta del Hurtigruten es un clásico… aunque yo prefiero recorrer todo aquello tierra adentro.
Un abrazo!
Cada viaje debe de tener lo suyo Víctor!! Noruega es un país increíble y sin duda tiene mil rincones preciosos que descubrir.
Este viaje te lo recomiendo sin pensarlo. Seguro que no te decepcionará!!
Un besote y a ver si nos vemos pronto!!
Me encantan esos pueblecitos nórdicos con sus tejados tan típicos de la zona. Lo de navegar por los fiordos toda una experiencia y lo de llegar a la bola del mundo, una de esas “frikadas” que todo viajero le gusta hacer 😀
Un saludote!
Cómo lo sabes, José Carlos!!
Y lo feliz que estaba yo haciéndome una foto para la posteridad delante de la bola del mundo!! Jejeje.
Un viaje único, en serio.
Un besote!!
Fantástico reportaje! Las fotos preciosas. La travesía más… Felicidades!!! 🙂
Mil gracias, Alicia!!
Un saludo!! 🙂
Buenas tardes
Bonito reportaje y preciosas fotos. En junio hago un viaje como el tuyo en hurtigruten, por mas que busco no encuentro a nadie que me oriente sobre las excursiones que hace la empresa, si son interesantes o no, y ya que tu has hecho el mismo crucero, te agradecería algún tipo de información, y si en las paradas que hay en los puertos te da tiempo a bajar y ver algo.
Espero noticias tuyas y te doy las gracias
Muy buenas, Nuria!
Antes de nada, muchas gracias por tu comentario!
Verás, sobre las excursiones que puedes hacer durante el viaje no te puedo ayudar demasiado porque la cuestión es que según la estación del año estas varían. En invierno, por ejemplo, una opción es montar en trineo de nieve tirado por perros, algo que no puedes hacer el resto del año. Existen otras que, según tengo entendido, se repiten durante todo el año, como por ejemplo la de pescar el cangrejo rey para después coméroslo en Kirkenes o visitar Cabo Norte y una aldea sami. A mí todas las que tuve la oportunidad de hacer me parecieron muy interesantes, la verdad. Yo te animaría a que hicieras todas las que te apetezcan o te llamen la atención.
Por otro lado, sobre las paradas en los puertos, también hay variaciones. Existen puertos en los que el barco para cinco minutos de reloj, y otros en los que puedes estar horas (son los que relato con más detalle en el post). En el barco, cada día, ponen a disposición de los pasajeros unas hojas con la información de absolutamente todo lo que ocurrirá a lo largo del día: actividades tanto dentro del barco como excursiones al exterior, paradas en puertos y la duración de estos. Aún así, quizás puedas acceder a todo esto en la página de Hurtigruten. Si no, estoy segura que contactando con ellos te podrán informar mejor.
Si quieres que te comente cualquier otra cosa no tengas problema en escribirme al correo: info@mipaseoporelmundo.com. Te puedo continuar informando por esa vía.
Un saludo!
Que lindo todo lo que contas!! Gracias!!
Viajaste sola? Estoy pensando en ir en cuanto se pueda viajar!!
En que mes fue tu viaje?
Que hiciste despues desde Kirkenes?
Muchas gracias!!
Bonito como redactas
En cuanto.se pueda , espero poder realizar ese viaje.
Viajó con mi hija que tiene movilidad reducida, va en silla de ruedas, ? Cómo ves la adaptabilidad? Gracias