Una pregunta bastante frecuente entre la gente que me conoce o que sabe que me encanta viajar es qué lugar de los que he tenido la oportunidad de conocer diría que es el mejor. Lo que intento explicar siempre es que me resulta imposible elegir solamente uno.
Hay cientos de momentos que no olvidaré jamás, diagnosis y uno de ellos es, sin duda, el día que sobrevolé en avioneta el Delta del Okavango, en Botswana. Fue en verano de 2010.
Lo que comenzó siendo un viaje de aventura recorriendo en 4×4 este país (además de Namibia y Zimbabwe) superó todas las expectativas.
En nuestro recorrido por Botswana hicimos una parada “técnica” en Maún, en el centro del país. Es un alto en el camino obligado tanto para hacerse con los permisos necesarios para recorrer los parques naturales de Chobe y Moremi como para realizar las reservas de los campsites en estos parques (ya dedicaré un texto a todo esto en exclusiva más adelante). También es el lugar idóneo para rellenar la nevera y “la despensa” antes de adentrarse en el corazón del país.
Y ante todo, purchase es una de las entradas principales al Delta del Okavango y el lugar desde donde poder hacer esta impresionante excursión.
Existen varias empresas que organizan los vuelos sobre el delta. Nosotros la contratamos a través de Delta Air. Su oficina se encuentra en el interior del recinto del aeropuerto, salve frente por frente con la puerta del edificio principal. No necesitamos reservar, fuimos directamente y en apenas una hora nos encontrábamos sobrevolando la zona.
Antes te obligan a firmar un documento en el que eximes de toda responsabilidad a la compañía en caso de accidente. El vuelo, que dura una hora, cuesta al cambio unos 67 euros por persona (2.500 pulas por cuatro personas).
Tras pasar los controles típicos de un aeropuerto llegamos a la pista donde se encontraban todas las avionetas aparcadas. Nos presentaron a nuestro piloto, del que no recuerdo su nombre pero sí que era alemán, y nos montamos nerviosos y preparados para la aventura.
Recuerdo que tan sólo podía pensar en que no entendía cómo esa avioneta tan pequeña y aparentemente tan antigua iba a poder soportar nuestro peso sin venirse abajo a medio camino. Enseguida enfilamos la pista de despegue, la avioneta comenzó a rodar cada vez más rápido y… finalmente dejamos de tocar el suelo… ¡¡¡qué sensación!!! Cualquier pequeño movimiento se sentía como si fuéramos a ponernos a dar volteretas en el aire como locos.
Sin embargo pronto los nervios y el miedo desaparecieron. Tan sólo observar el espectáculo que se extendía bajo nuestro vuelo era suficiente para quedarse embobado.
Lo más impresionante era la sensación de acceder a un lugar al que el ser humano es incapaz de hacerlo por sí solo. Ni un atisbo de vida humana a nuestros pies. La naturaleza y lo salvaje se hacían los amos del paisaje.
Y, de repente… ¡¡¡ahí estaban!!! Comenzamos a divisar animales… ¡los primeros animales verdaderamente salvajes que veíamos en el viaje!!! Jirafas, cebras, elefantes… hipopótamos!!! A un lado y a otro la vida africana se desarrollaba como si nosotros no existiéramos.
La mayoría de las veces los divisábamos en manadas. Es curioso cómo los elefantes africanos, los mayores mamíferos terrestres del mundo, pueden parecer hasta inofensivos desde esa altura…
Uno de los mejores momentos del vuelo fue, aunque parezca mentira, cuando nuestro piloto hizo que sintiéramos que el estómago llegaba hasta nuestra boca provocándonos, al menos a mí, unas ganas de vomitar horribles. Ahora, eso sí, mereció la pena… de repente comenzó a bajar y bajar en altura hasta ponernos prácticamente a ras de suelo justo cuando sobrevolábamos un pantano lleno de juncos… ¡parecía que iba a aterrizar sobre el agua! Nos pusimos a gritar como locos cuando vimos el lago a un metro de nosotros. Tras el subidón de adrenalina de nuevo ganamos altura y otra vez el estómago volvió a su sitio. Aún así la fatiguita se me quedó en el cuerpo hasta que 20 minutos después nos bajamos de la avioneta ya en tierra.
Habíamos sobrevolado durante una hora entera el delta del Okavango… parecía que habían sido 10 minutos… Una experiencia inolvidable. Algo que desde luego no hay que perderse si se tiene la ocasión.
Si te interesa hacer esta excursión o vas a viajar por esta zona y quieres más información, no dudes en ponerte en contacto conmigo!!
¡Qué experiencia! ¡Qué pasada! Con el relato parecía que yo estaba en esa avioneta. Gracias
¡Que bonito! Tengo en mente visitar esta zona, (si hay trabajo para entonces…) el año que viene. Me ha parecido increíble la experiencia.
Un saludo
Sí que lo es, Helena! Súper recomendable. Un viaje que hay que hacer, al menos, una vez en la vida… 🙂
Ay, qué ganas, QUÉ GANAS!!!!! 😀
Y Muy bien contado!!
Un abrazo
Ali
Gracias Ali!!!
Pues te animo a que viajes a Botswana. Es una auténtica pasada, en serio. Intenté transmitir lo mejor que pude todo lo que se siente al sobrevolar el Delta… aunque nada comparable a hacerlo de verdad 🙂
Un beso y bienvenida por el blog cuando quieras!