El este de Londres está de moda. Lo vintage, también. Y si analizamos, los mercados son algo que siempre supondrán un reclamo importante, ya sea para locales o para viajeros. Así que hoy he decidido llevaros a un lugar que está de moda por triplicado. Nos vamos hasta el Columbia Road Market.
Y es que aunque este mercado huya de lo típico que suele encontrarse en estos lugares, -ya que su especialidad son las flores-, lo cierto es que el de Columbia Road está ganando fama por momentos. Situado en zona hipster por naturaleza, Shoredicth para ser más concretos, este conjunto de tenderetes es mucho más que un espacio que está de moda. De hecho, el Columbia Road Market lleva celebrándose desde bastante antes de que los hipsters hicieran acto de presencia, antes de que la palabra vintage siquiera existiera y, por tanto, antes de que la zona se convirtiera en un reducto de modernos con ramos de flores en los brazos.
Pero resulta que tiene su encanto, todo hay que decirlo. De hecho, casi podría afirmar que se ha convertido en uno de mis mercados favoritos de Londres. No sé si por su originalidad, si por la alegría que contagia el ambiente o si por la novedad, la cuestión es que me da la impresión de que a partir de ahora me animaré a pasar más de un domingo por la zona cuando esté en la ciudad.
Así que me sitúo en el día de mi primera visita. Acabamos de aparcar. Aún nos encontramos a varias calles de nuestro destino pero ya nos cruzamos, constantemente, con jóvenes ocultos tras enormes ramos de flores. Amarillas, rojas, rosas, violetas… Algunos regresan a sus casas, sí, pero otros muchos avanzan en nuestro sentido. El ambiente era cada vez más animado. Eso significaba que ya estamos cerca.
Para sorpresa de aquellos que piensan que este mercado se creó recientemente, hay que saber que el Columbia Road Market comenzó a celebrarse a mediados del siglo XVIII. Antes de esa época la calle era, realmente, un camino por el que las ovejas avanzaban en dirección al matadero. Tiempo después comenzarían a construirse más y más edificios en la zona, y el lugar pasaría a convertirse en el epicentro de la industria maderera londinense. El mercado fue inaugurado exactamente en 1860 por Angela Burdett Coutts, una de las mujeres más ricas de la época victoriana y que más dinero invirtió en caridad y proyectos humanitarios. Fue también ella quien bautizó a la calle como la conocemos hoy: Columbia Road.
Los edificios de corte victoriano se mantienen hasta hoy día y dan cobijo a los 60 establecimientos independientes -tiendecitas de jardinería, galerías de arte, negocios de objetos vintage y cafeterías- que se reparten la calle. Comercios de estilo inglés, coquetos y muy cuidados, con una pasión común: el gran amor por el mercado de flores de Columbia que lleva ya casi siglo y medio celebrándose.
Pero hoy es domingo, y esas tiendas y negocios están casi sepultadas por los puestos de flores que inundan cada rincón de la calle. Los gritos de los vendedores anunciando el ramo de tulipanes a cuatro libras se escuchan alto sobre el jaleo de las cientos de personas que caminan por la zona. Hay quienes han acudido hasta el lugar para comprar unas flores con las que adornar su casa. Más de una cámara de fotos colgada al cuello revela que otros lo han hecho para curiosear, como es mi caso.
Cuesta trabajo avanzar: la marea de gente hacia uno y otro lado es inmensa. Incluso las diminutas tiendas en las aceras están repletas de personas. En Columbia Road no importa que haga frío, que nieve o que sea festivo: sus puestos de flores alegran la calle una vez a la semana sin faltar a la cita.
Nos paramos en algunos de los tenderetes. Los carteles que anuncian los precios han sido tachados y rebajados. Aún faltan unas horas para que den las tres de la tarde, momento en el que el mercado cierra y recoge hasta el siguiente domingo, pero ya va siendo más barato comprar plantas o ramos de flores. Los tenderos lo tienen claro: mejor acabar con la mercancía que llevársela de vuelta a casa. Veo cómo algunos jóvenes negocian con los vendedores. A estas alturas el regateo está permitido.
Margaritas, azaleas, orquídeas, rosas… Llegamos al final de la calle y el mercado se acaba. Aún así, seguimos sintiéndonos como si estuviéramos inmersos en un campo de colores y olores. Cuesta trabajo decidir alejarse de allí hacia nuestro próximo destino, pero llevamos un par de horas en el Columbia Road Market y son más que suficientes. Aún así, mientras nos alejamos, las flores nos acompañan durante un buen rato. Los modernos, ocultos tras enormes ramos, nos persiguen…
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Muy buen blog! Felicidades!
Saludos!
Muchas gracias, Elena!
Me alegro de que te guste! Eres bienvenida siempre que quieras! 🙂
Besos!
Me gusta mucho. Me gusta viajar y aprendo felicidades.
Muchas gracias, Pilar! 🙂