Según nuestro coche avanzaba por las carreteras repletas de baches el paisaje iba mutando. Veníamos del sur de Etiopía, del Valle del Omo, donde el calor había sido insoportable. Nuestro conductor se las apañaba para sortear a niños, vacas y cabras. Y así fue como llegamos, tras interminables horas de camino, a Gambo.