El despertador suena a las 8 de la mañana y fuera todo es aún oscuridad. En el guesthouse en el que nos alojamos en el pequeño pueblo de Vik, en la costa sur de Islandia, huele a tortitas. Me ducho y me visto rápidamente para ir a descubrir qué más cosas se ofrecen para empezar el día con fuerzas. Después de desayunar, comienza el ritual: abrigo, calcetines gordos, gorro y guantes: sigamos explorando Islandia.