Ecuador…
País de agua.
De océanos infinitos. De fondos marinos repletos de caracolas sonoras. De playas de arena fina, de pelícanos piratas y de humildes pescadores. De historias de amantes con triste final. De preciados tesoros escondidos. De tradiciones arraigadas y compartidas.
Ecuador, país de aire.
De mitades del mundo conquistadas desde el cielo. De cultura rebosante y armoniosa. De “rondas” en las que perder la cabeza y de pequeños panes a muchos metros de altura. De lagunas y volcanes y burritos y cóndores. De recuerdos para toda una vida.
Pero Ecuador también es tierra.
La de los ancestros de las auténticas tribus de la Amazonía. La de la selva más real. La de la bruma matutina y la lluvia feroz. La de los ríos con carácter y las lianas entre risas. La que esconde a chantacuros y a traviesos diablillos. La de las noches en vela y los días en sueños.
Sueños de los que no se quiere despertar.
Y Ecuador es hielo.
Frío hasta doler. Lejano y ansiado. Hogar de vicuñas y lobos. Refugio de montañeros de grandes hazañas. Morada de pájaros azules que cantan al anochecer. Repleto de momentos inolvidables, de confidencias. De lágrimas y también de risas. Muchas risas.
El lugar donde la historia obtiene el gran final que se merece.
Este es mi Ecuador. El que siempre recordaré.
El Ecuador que siempre llevaré conmigo.
Estoy por viajar a Ecuador y tu relato me pareció muy inspirador… gracias por eso!!
Gracias por publicar este inspirador post sobre mi tierra amada Ecuador.