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Allá por el 2010 cuatro amigos decidimos unir nuestros espíritus viajeros en un viaje que nos llevaría a conocer gran parte del sur más salvaje de África. Botsuana y Namibia. Esos eran los dos destinos que intentaríamos recorrer por tierra durante prácticamente un mes –con una pequeña incursión a Zimbabue para conocer las Cataratas Victoria-. A nuestro aire. Por nuestra cuenta. Sin la ayuda de guías –humanas, claro- ni de grandes medios. Un 4×4, un GPS, varios mapas y mucha, mucha ilusión. Eso fue lo único que nos hizo falta para convertir aquel lejano verano en una de las mayores aventuras de nuestras vidas.

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Nuestra ruta comenzaría en el aeropuerto de Johannesburgo, al que viajaríamos simplemente por cuestión de presupuesto. Los vuelos eran considerablemente más baratos a la capital sudafricana, así que hasta allí nos fuimos. Nuestro 4×4 nos esperaba en el parking con todo lo necesario para vivir en él durante los siguientes 25 días. Tiendas de campaña adaptadas en el techo, nevera, garrafas para agua y para gasolina, mesa, sillas, edredones, almohadas… No nos faltaba absolutamente de nada. Aquella primera noche ya hicimos campamento a tan solo unos kilómetros de la frontera con nuestro primer destino: Botsuana. 

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Pero hoy no voy a hablaros de este increíble país, con sus parques nacionales –Moremi y Savuti-, su salar de Isla de Kubu, su Delta del Okavango o Kasane. Hoy quiero centrarme en la que fue la segunda parte del viaje: Namibia. Un país con multitud de caras, en el que cada rincón nos sorprendió aún más que el anterior. En Namibia nos encontramos un país mucho más desarrollado de cara al turismo, con carreteras asfaltadas, lagos artificiales en los que disfrutar viendo animales salvajes y multitud de sorpresas. Muchísimos fueron los atractivos que nos hicieron enamorarnos de este rincón africano. Hoy, me propongo haceros una lista con las 10 paradas clave que cualquier persona que visite el país debería de hacer para disfrutarlo al máximo. Allá vamos.

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1.CAPRIVI

La región de Caprivi se adentra en Botsuana como un espía: sigiloso, sin apenas hacer ruido, reclama su espacio entre sus vecinos, como no queriendo perderse la fiesta. Al sur y al este, Botsuana. Al norte, Zambia y Angola. Namibia se resume en esta zona de África como una lengua de tierra, fina y repleta de vida, aunque a la vez desconocida.

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Llegamos a esta recóndita zona de África desde Kasane, nuestra última parada en Botsuana. Caprivi iba a suponer tan solo un alto en el camino para pasar la noche. Para coger fuerzas y descansar. Decidimos acampar en Linyanti, y sin esperarlo, se convirtió en uno de los lugares más bonitos que nos regaló el viaje.

El 4×4 estaba aparcado junto a una estructura de caña y madera que nos habían asignado. Junto a las ruedas, los excrementos frescos de algún elefante que había decidido pasar allí la tarde. Se oían voces a lo lejos, pero ni siquiera tuvimos la oportunidad de ver a nuestros vecinos: las distancias entre parcelas para acampar eran enormes. Abrimos las tiendas de campaña situadas sobre el techo de nuestro vehículo. La estructura –no podíamos llamarla caseta ni cabaña, nada más lejos de esa definición- estaba como compartimentada, teníamos lavabo y una zona que podría considerarse la cocina. Allí encendimos la fogata donde cocinamos la cena, no sin antes subir a una planta más arriba gracias a unas rústicas escaleras. Era un mirador. Frente a nosotros un lago repleto de hipopótamos a los que se nos hacía imposible ver, pero que sí escuchamos durante toda la noche.

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Aquel día nos duchamos en un baño al que le faltaba una pared para poder así disfrutar de la naturaleza sin obstáculos. Mientras el agua caía sobre mi pelo, tenía ante mí unas vistas impresionantes.

A veces son los detalles más insignificantes los que te hacen apreciar un lugar. Probablemente en Caprivi nos ocurrió esto. Por eso está en esta lista. 

2.ETOSHA NATIONAL PARK 

Si hay un lugar en Namibia donde poder disfrutar de la vida salvaje al 100%, ese es el Parque Nacional de Etosha. Prepárate para toparte frente a frente con los animales que siempre soñaste ver. Mantén tus sentidos despiertos, porque no querrás olvidar ni uno de los segundos que pases en este lugar.

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Y es que Etosha es una inmensa caja de sorpresas que puede aparecer en cualquier momento con un regalo envuelto en lazo rojo. Te aseguro que en cuanto las ruedas de tu coche empiecen a adentrarse por alguno de sus caminos, las paradas se sucederán incesantemente. Porque de repente un grupo de cebras atravesará el camino frente a ti. O algo llamará tu atención a un lado de la carretera: probablemente sean dos jirafas contoneándose como si estuvieran realizando una ritual de seducción. Jabalíes, ciervos, pequeños roedores, pájaros con plumas de colores que jamás imaginaste… y leones, los grandes amos de la sabana, estarán al acecho para regalarte una experiencia inolvidable. El camino terminará en un lago al que parecerá que Noé acaba de llegar con su arca. Una manada de elefantes beberá agua mientras no quita el ojo a sus crías, que juguetearán entre las enormes patas de los paquidermos. Y la escena, con la vida salvaje más real que has visto en tu vida, te atrapará de una manera que jamás imaginaste. Allí serás capaz de permanecer durante horas. Observando. No querrás irte jamás.

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Algo insólito que podrás aprovechar de los campsites de Etosha son sus lagos artificiales nocturnos. A cualquier hora de la noche podrás despertarte y acercarte hasta ellos, bien protegidos y con gradas donde poder sentarte a observar. Iluminado durante todas las horas de oscuridad, podrás ser partícipe de la vida nocturna salvaje. Muchos animales aprovechan las horas sin sol para bañarse o ir a beber, y allí estarás tú para comprobarlo. Una experiencia única en la vida.

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3.SKELETON COAST 

De repente aparece ante ti una enorme verja con dos calaveras. Un guardia toma tus datos antes de dejar que te adentres en la carretera infinita que te llevará por toda la costa de Namibia. Estás comenzando tu ruta por la Costa de los Esqueletos, ni más ni menos. 

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Un sinfín de historias y leyendas se levantan en torno a este paraje. Los cadáveres de animales se esparcen por la arena de la misma forma que yacen los esqueletos de antiguos barcos que jamás lograron escapar de este lugar. Las condiciones meteorológicas aquí son especiales: en pocas ocasiones el paisaje desértico se enfrenta de forma tan violenta al mar. El aire cálido procedente del interior contrasta con el frío de la corriente de Bengela que baña la costa, por eso la bruma que invade esta zona de Namibia es prácticamente constante.

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Este rincón que ahora recorres ha sido desde siempre trampa mortal para los marineros. El fuerte oleaje se suma a las malas condiciones, por esto es fácil llegar a la costa pero no volver a alta mar. En muchas ocasiones, la única salida para los supervivientes era caminar por el desierto hasta encontrar un lugar donde salvarse. La mayoría de las ocasiones, no lo lograban. 

¿Un consejo? Pasa una noche en el campsite que hay en la costa, frente al mar. Quizás el viento que sopla fuerte en estas latitudes no te deje dormir, pero solo por ver anochecer frente a ese paisaje, habrá merecido la pena.

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4.CAPE CROSS

Aún pertenece a la Costa de los Esqueletos, pero este punto en el mapa merece mención aparte. De hecho, ya le dediqué todo un post a él solito hace un tiempo. Miles de lobos marinos se concentran precisamente aquí, en Cape Cross, provocando un sonido ensordecedor con sus gritos y alaridos, y un olor nada agradable.

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Esta colonia de simpáticos mamíferos, la más grande del mundo, por cierto, ameniza uno de los puntos históricos más destacables de toda la zona. Fue el capitán portugués Diego Cao el que, a finales del siglo XV, le puso nombre al lugar. Colocó aquí una cruz de piedra para señalar el lugar más meridional de África al que había llegado Europa en esa época. Tuvieron que pasar otros 400 años más para que otro europeo, en esta ocasión alemán, llegara hasta este punto.

Cape Cross bien vale una parada para disfrutar del idílico lugar y saludar a sí a sus curiosos moradores. Verlos interactuar a unos con otros es realmente curioso. Después, tocará seguir el camino hacia el siguiente destino en la ruta. 

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5.SWAKOPMUND

Es poner un pie en esta ciudad de nombre impronunciable y creer que has viajado, en un segundo, a otra parte del planeta. Probablemente la confundas con una zona lejana, más “occidentalizada”. Más europea.

Decidimos visitar esta pequeña ciudad de la costa namibia un poco de rebote. Ya habíamos hecho el viaje completo que queríamos por el país. Habíamos entregado nuestro 4×4 en Windhoek, la capital, pero aún nos quedaban un par de días más hasta tomar nuestro vuelo de regreso a España.

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Echando un vistazo al mapa, nos decidimos. Swakopmund, en la costa, era una antigua ciudad colonial alemana con muchos atractivos. Entre ellos, el estar situada, literalmente, entre el mar y el desierto. En los últimos tiempos, además de haberse transformado en uno de los destinos turísticos de más éxito en el país, también se había alzado con el título de “capital namibia del deporte de aventura”. ¿Y por qué no acabar nuestro largo viaje con algo de adrenalina?

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Un interminable tren nocturno nos dejó en la estación al amanecer, cuando aún la ciudad dormía. Tras un intenso desayuno en una pastelería que bien podía haberse encontrado en cualquier pueblito de Centroeuropa, contratamos nuestra excursión: pasaríamos todo el día visitando una de las mayores dunas de los alrededores y practicando sandboarding, la adaptación del snowboard a la arena.

Una parada en nuestra ruta de lo más curiosa.

 6.LOS HIMBA

La piel teñida de rojo es el elemento que más los identifica. Sus trenzas, mezcladas con arcilla, decoran sus cabezas otorgándoles una belleza especial. Sus miradas tratan de explicar muchas cosas. Asuntos que solo se pueden entender al pararse a escuchar. Al querer de verdad aprender sobre ellos. Sobre su cultura, sobre sus ritos y su manera de vida, aspectos tan alejados de lo que entendemos en occidente por normal como los kilómetros que nos separan sobre el mapa.

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La “zona himba” por excelencia está situada al norte de Namibia. Entre Epupa Falls y Opuwo se reparten la mayoría de las comunidades de esta tribu, llamativa donde las haya. Pensábamos visitarlas pero, debido a algunos imprevistos, tuvimos que recortar en nuestro itinerario y decidimos no subir hasta el norte del país.

Pero, como ya os conté en su día, estuvimos de suerte. El destino quiso que nos cruzáramos sin buscarlo con un pequeño poblado en la zona de Outjo. Logramos situarlo en la zona y lo visitamos. Nos abrieron las puertas de su aldea. De sus chozas. De sus vidas. 

Pudimos charlar con un intérprete que nos explicó cada detalle de su forma de vida. Nos mostraron sus casas, su gastronomía, cómo hacían para lavarse y para teñir sus pieles y su pelo. Pudimos jugar con los más pequeños, comunicarnos con los más mayores y, sobre todo, aprender. Aprender muchísimo. 

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7.SOLITAIRE 

Este pequeño oasis en medio del enorme desierto del Namib es como un regalo en el viaje. Varios coches y furgonetas antiguas, abandonadas, decoran la estampa y te dan la bienvenida a este peculiar lugar.

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Quizás sea un tanto exagerado incluirlo en esta isla, pero me hizo tanta gracia este rincón que no me lo he pensado dos veces. Solo un par de edificios ocupan el espacio. Junto a ellos, pequeñas parcelas donde poder acampar y pasar la noche -y el día si se quiere-. Una gasolinera en la que repostar, una tienda donde comprar las provisiones necesarias y una piscina en la que disfrutar de un bañito y que supone la guinda del pastel.

Seguro que al contemplar este rincón no te extrañará que el lugar haya servido de escenario para varias películas y anuncios. Fue además, durante mucho tiempo, la única gasolinera que existió en todo el desierto de Namibia.

Ya vayas camino hacia el norte o hacia el sur, haz una parada aquí para coger fuerzas. Seguro que la desconexión te gustará.

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8.CAÑÓN DE SESRIEM

Sesriem, que bien puede decirse es de la puerta de entrada a Sossusvlei, será el lugar indicado para que acampes durante tu estancia en esta increíble zona de Namibia. También aquí tendrás que registrarte y abonar los permisos de entrada, como cada vez que te adentras en un parque nacional del país. Además de lo que está por llegar, que te cuento más abajo, aquí te recomiendo que hagas una parada obligada para algo muy importante: recorrer el Cañón de Sesriem.

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2 kilómetros de longitud y 30 metros de profundidad: estas son las medidas de mi propuesta. Es el resultado de la acción de los depósitos de arena y grava que permanecen conglomerados en el terreno desde se calcula, al menos, 15 millones de años. Pasea por él. Adéntrate en sus raíces. Recorre la parte baja, hasta la boca del cañón. O, si lo prefieres, sube hasta lo más alto y admira las vistas. Estarás ante una estampa algo diferente a lo que llevas viendo durante todo el viaje.

Y, prepárate bien: lo mejor está por venir. 

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9.SOSSUSVLEI

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Pocos paisajes impresionan tanto como la inmensidad del desierto. Agreste, enorme, aparentemente inhabitado y solitario –y digo aparentemente porque hay mucha más vida de lo que uno puede imaginar en él-. Con temperaturas que van desde las más calurosas durante el día a las más frías durante la noche. Con el respeto que produce, con la precaución que se debe de tener al adentrarse en él. Si, además, hablamos de uno de los desiertos más antiguos del mundo –o quizás el más antiguo, en este título compite con el de Atacama, en Sudamérica-, la cosa impone aún más. 

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Para disfrutar de Sossusvlei solo hace falta admirarlo. Pero si te quieres volver a casa con un recuerdo de verdad, madruga. Pero madruga en condiciones. Haz noche en Sesriem y levántate a las 4 de la mañana para adentrarte en sus dunas aún de noche, subir a lo más alto de la número 45 y esperar a que salga el sol. En ese momento descubrirás la inmensidad ante ti. Te emocionarás viendo cómo el desierto es capaz de cambiar de color, de transformarse, y tú ser partícipe de ello. Pocas cosas pueden sobrecoger tanto como un amanecer en el desierto. Después, cuando ya hayas disfrutado de todo lo que conlleva un momento tan especial como este, sigue descubriendo todos los tesoros que esconde. Pero tranquilo, uno de los más grandes que guarda, ya lo llevarás contigo.

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10.HIDDEN VLEI

Aún en la zona del desierto del Namib, a muy poca distancia de la duna 45, se encuentra este tesoro: un sobrecogedor vlei –laguna o pantano seco- entre montañas de arena anaranjadas. Una pequeña excursión que nadie se pierde tras ver el amanecer sobre el desierto: solo hay que caminar –o recorrer en coche, claro está- los 4 kilómetros que nos separan de este rincón para ver otro regalo más de la naturaleza.

El suelo, blanco y agrietado por la ausencia de humedad, es una muestra de que solo los más fuertes son capaces de resistir a una vida en esta zona del planeta. Algunos esqueletos de árboles decoran el lugar desde hace, probablemente, miles de años. También hay algún que otro animal que se atreve a aparecer: chacales, impalas y alguna familia de oryx le dan el toque de alegría a la escena, que a pesar de mostrar el lado más duro del desierto, es absolutamente bella.

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Aprovecha las primeras horas de la mañana para visitarlo porque probablemente en cuanto apriete el sol el calor será insoportable. Y aprovecha también para dar un salto hasta Dead Vlei, más conocido aún que el Hidden Vlei. Repleto de árboles momificados, es otra estampa que no puede faltar en un viaje a Namibia. 

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Ahora, haz repaso a todo lo recorrido. A los kilómetros repletos de arena del desierto, de sabana africana. A la costa con su inseparable bruma. A la vida salvaje, esa que vive en libertad. Y piensa en todos los grandes momentos que te vas a llevar de este viaje.

 Será una de las mejores experiencias de tu vida. Enhorabuena: ahora solo te falta vivirla.

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